El Museo Suizo de Vitrales, en Romont
Hay una ciudad antigua e histórica enclavada entre lagos y montañas que se llama Romont. La ciudad está ubicada sobre el recorrido del tren y de la carretera que une Friburgo y Lausanne así que es fácilmente accesible. Clavada en una colina de forma redonda, Romont es un paraíso para quienes disfrutan de la historia y el entorno medieval.
Es una ciudad pequeña y suspendida en el tiempo y fácilmente uno puede pensar que ha hecho un viaje al pasado o que está en un típico cuento de hadas donde las ilustraciones muestran edificios típicos, castillos y callejuelas empedradas.
Romont tiene para ofrecernos la ventana a la Edad Media que supone su hermoso castillo. Este castillo, con patio interior, alberga hoy el Museo Suizo de Vitrales. Este museo es un sitio único donde podemos ver el arte del cristal y las pinturas sobre vidrio, un mundo maravilloso de imágenes vívidas, coloridas y brillantes. Está ubicado en el ala medieval y renacentista del Castillo de Romont, unida al castillo por una pasarela-galería también de vidrio que mira al magnífico patio del castillo y a los árboles de naranja allí plantados. La pasarela es el escenario perfecto para exhibir las obras del arte en cristal que van desde la Edad Media hasta nuestros días.
Una parte de la colección está en exhibición pero también tienen lugar exhibiciones de cómo se trabaja con vidrio y talleres especiales para aprender. Incluso hay un área especial para los niños y se ofrecen diversas actividades. Veremos obras de arte del estilo Art Noveau de alrededor del año 1900, probablemente salidas del estudio del famoso Louis Tiffany, así que vale la pena.
En el castillo funciona además un centro de investigación sobre el arte en vidrio y una librería abirta a la demanda del público que permite conocer la rica y antigua historia en cuanto a este arte que hay en la región de Romont. Los vitrales de los siglos XV y XX son hermosos y los mismo las sillas del coro, los esculapes, la colegiata gótica y el pueblo en sí con sus calles comerciales, las vistas panorámicas desde el castillo, los restaurantes ubicados sobre pequeñas terrazas, los muros de la vieja ciudad y más allá la hermosa campiña con el bosque de Boulogne y la abadía cisterciencia de la Fille-Dieu.

Categorias: Viajar por Suiza